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Hoja de Ruta de Economía Circular fija metas a 2040



Hoja de Ruta de Economía Circular fija metas a 2040: 180 mil empleos, bajar 25% generación de residuos y aumentar el reciclaje a 75%, e incrementar productividad material del país

El documento que se presentará el próximo 21 de diciembre propone 32 iniciativas concretas repartidas en cuatro líneas de acción: regulación circular, innovación circular, cultura circular y territorios circulares, con escenarios de implementación de corto, mediano y largo plazo. Y estas contienen, a su vez, 84 acciones específicas identificando a quienes se han comprometido a impulsarla, así como a otros actores claves paras su realización. En materia de regulación circular, se plantea que uno de los aspectos más críticos que se requiere abordar para acelerar la transición es la actual estructura de costos de sistema de gestión de residuos del país, para que el principio de “el que contamina paga” se exprese con equilibrio en todas las áreas de la regulación. El objetivo es que, en 20 años, “la economía circular regenerativa impulse a Chile hacia un desarrollo más sostenible, justo y participativo que ponga el bienestar de las personas en el centro”.


La ruta de Chile hacia la economía circular está en marcha, y ya se fija una visión consensuada entre los 33 representantes de la esfera pública, privada y de la sociedad civil convocados por el Ministerio del Medio Ambiente para construir la “Hoja de Ruta de la Economía Circular” que guiará este camino por los próximos 20 años. Esta busca que, al año 2040, “la economía circular regenerativa impulse a Chile hacia un desarrollo más sostenible, justo y participativo que ponga el bienestar de las personas en el centro”, y que se avance hacia “una sociedad que usa, consume y produce de manera sostenible y consciente, fomentando la creación de oportunidades para las personas y organizaciones a lo largo del país”.


Así lo indica el documento de la Hoja de Ruta que -tras dos años de trabajo desde que se lanzó la propuesta de creación de un roadmap– será presentado por el ministerio el próximo 21 de diciembre para ser sometido a consulta pública, y que en las últimas semanas ha terminado de ser consensuado por los 33 miembros del Comité Estratégico para la hoja de ruta, y al que tuvo acceso País Circular.

La Hoja de Ruta para la Economía Circular en Chile fija cuatro metas a alcanzar para el año 2040, con una meta intermedia para 2030, y que serán complementadas a principios del próximo año con un plan de monitoreo que le de seguimiento a su cumplimiento.

La primera de estas metas, relacionada con las “oportunidades circulares”, establece que al año 2030 la economía circular haya generado 100 mil nuevos empleos en actividades como la gestión de residuos, la logística, la remanufactura y la reparación, y que al año 2040 estos hayan llegado a 180 mil. Esto en base a una serie de estudios internacionales al respecto, entre ellos uno de la OIT en 2018 que estimó que la transición a la economía circular podría generar 50 millones de nuevos empleos en servicios globales a 2030, y más de 45 millones de nuevos trabajos en la gestión de residuos.


“Hay una cantidad importante de empleos que se van a generar en torno al reciclaje, donde los trabajos que existen hoy en esa industria se van a multiplicar por varios dígitos. Pero en la economía circular los empleos no solo se generan ahí, gran parte de ellos tienen que ver con los servicios circulares. La reparación, por ejemplo, es mucho más intensiva en mano de obra que simplemente comprar y botar cosas. Hay habilidades técnicas que se requieren para poder desarrollarlo, y por lo tanto hablamos de buenas fuentes de trabajo. Eso es lo que esperamos que venga de la mano de la economía circular”, explica Guillermo González.

Una segunda meta, bajo el concepto de “ciudadanía circular”, plantea que al año 2030 la generación de residuos sólidos municipales per cápita se haya reducido en un 10% -mientras en 2000 cada chileno generaba 295 kilos de basura al año, hoy genera 440 kilos anuales-, y que al año 2040 esta cifra alcance el 25%. Adicionalmente, se buscará que a 2030 la tasa de reciclaje de los residuos sólidos municipales haya alcanzado un 30%, y que diez años más tarde esta tasa llegue al 65%.

La idea es desacoplar el crecimiento económico del incremento en la generación de residuos, tal como ocurre en otros países de la OCDE. Mientras en Chile la generación de per cápita de residuos aumentó un 49% entre 2000 y 2018, el bloque de la OCDE disminuyó 6% en el mismo período, con casos notables: España disminuyó su generación de residuos en un 27%, mientras Japón lo hizo en un 22% y Holanda 14%.

“Hablamos de países que tienen casi el triple de ingreso per cápita que nosotros -dice González-, y tienen mucha menos generación de residuos. ¿Qué hacer para que eso suceda? Necesitamos cambiar los hábitos de consumo. Eso está pasando -por ejemplo- con la eco carga, donde las personas ven que optar por envases reutilizables de detergentes no solo es mejor ambientalmente sino que además es mejor para el bolsillo. Pero también la normativa es fundamental, y herramientas como el proyecto de ley que regula utensilios de un solo uso. en un patio de comida se genera una cantidad de residuos insólita, y van a cambiar drásticamente ese tipo de cosas. Entonces, tiene que venir un cambio en el modelo de negocios, acompañado también de la normativa. Obviamente tenemos que reciclar más, pero también generar menos residuos”.

En cuanto a “producción circular”, el documento establece como meta que al año 2030 la generación de residuos por unidad de PIB se haya reducido en un 15%, y que al año 2040 esta reducción alcance el 30%. También, que para 2030 la tasa general de reciclaje llegue a un 40%, y a un 75% diez años más tarde.

Hoy la información disponible muestra que la tasa de reciclaje de residuos domiciliarios en la Región Metropolitana no alcanza a llegar al 2%, muy por debajo de países como Holanda (56%), Alemania (67%) o Eslovenia (75%). Este último país llegó a esa cifra en 23 años, desde un 3% inicial, situación muy similar a la de Chile, lo que demuestra que es posible avanzar con fuerza en esta materia si se actúa con determinación.

También se fija una meta relacionada con la productividad material del país: el objetivo de la Hoja de Ruta es que al año 2040 la productividad material del país haya aumentado en un 60%, y que el año 2030 la meta intermedia alcance un 30%.

Al año 2017 la productividad material de Chile era de US$0,56 por cada kilogramo de material utilizado, lo que representa un aumento de un 22% respecto de la situación que había una década antes (US$0,46 en 1997). Pese al avance, Chile es el país con menor productividad material de la OCDE, donde el promedio del bloque para 2017 fue de US$2,88 por kilogramo de material. Países con una estructura productiva similar a la de nuestro país, como Canadá y Australia, lograron en el mismo período aumentos de productividad mucho más notables, de 36% y 56%, respectivamente.

“Estamos últimos por lejos entre todos los países de la OCDE, tenemos una brecha muy grande con los países hacia los que queremos acercarnos y necesitamos generar más valor a lo que hacemos. La circularidad juega un rol ahí porque al recircular los materiales estamos generando mucha más riqueza con la misma cantidad de insumos. Los servicios circulares son fundamentales para avanzar en esa vía, y la economía circular es la estrategia de desacople entre crecimiento y generación de residuos”, afirma Guillermo González.

Finalmente, la cuarta meta propuesta en este documento preliminar está relacionada con la “calidad de vida”: que al año 2030 se haya eliminado el 50% de los microbasurales del país, y que para 2040 esta cifra alcance el 90%.


“La economía circular trae un montón de oportunidades económicas, pero cuando uno lo mira desde lo social y ambiental no es solamente contaminar menos. Queremos que en la medida que desarrollamos nuestras actividades de producción y consumo, también generemos efectos positivos en el medio ambiente. En Chile, donde tenemos un sector agrícola muy potente, las oportunidades de regeneración son enormes”.

Guillermo González, jefe de la Oficina de Economía Circular del Ministerio del Medio Ambiente.


Cambio en patrones de consumo y producción

Con el logro de estas metas se busca alcanzar la visión que propone la Hoja de Ruta de la Economía Circular en Chile, para avanzar hacia un futuro en que “la economía circular se instale con fuerza en la cutura del país, generando patrones de uso, compra y producción sostenibles y conscientes dentro de la sociedad”.

En esto se apunta a la innovación constante como una herramienta poderosa en el avance de la economía circular, ya que esta, “junto a la investigación y el desarrollo, lograrán que los sectores productivos del país se vuelvan más eficientes y sostenibles. Los modelos de negocio circulares, los estándares de diseño de bajo impacto ambiental y las tecnologías limpias que partieron como grandes innovaciones, se volverán la norma”, señala el documento.

También se buscará que la economía circular “se instale en todo Chile”, promoviendo el desarrollo local sostenible y compatible con las visiones y vocaciones de cada lugar. “La transición a la economía circular habrá reconocido y aprovechado la riqueza y enorme diversidad geográfica de cada lugar, robusteciendo las economías regionales y locales para aumentar la oferta y la demanda de productos y servicios de las distintas partes de Chile”, afirma.

En cuanto a la implementación de esta tendencia como fuente de oportunidades y empleos que permitan una transición justa y equilibrada, señala que “estas nuevas actividades productivas impulsarán una ola de reconversión y recalificación de competencias que agregarán valor a la sociedad”, al tiempo que se apunta al trabajo colaborativo y participativo de los distintos grupos y sectores de la sociedad para impulsar estos profundos cambios.

Y como se señala en la visión que cruza la Hoja de Ruta, que todo esto además sea regenerativo. Es decir, que las prácticas circulares impulsen la regeneración de la naturaleza, impactando positiva y sosteniblemente la vida de las personas y del medio ambiente. “Las prácticas que promueven la recuperación de suelos y el uso eficiente del agua serán la norma, y los instrumentos de planificación territorial integrarán una mirada circular regenerativa.

Con esto, dice Guillermo González, se busca relevar uno de los tres principios de la economía circular establecidos por la Fundación Ellen MacArthur -intitución que lidera la implementación global de esta tendencia-, y que muchas veces queda escondido: la regenreación de los sistemas naturales.

“La economía circular -afirma- trae un montón de oportunidades económicas, pero cuando uno lo mira desde lo social y ambiental no es solamente contaminar menos. Queremos que en la medida que desarrollamos nuestras actividades de producción y consumo, también generemos efectos positivos en el medio ambiente. En Chile, donde tenemos un sector agrícola muy potente, las oportunidades de regeneración son enormes. Tenemos un escenario de estrés hídrico muy fuerte para las próximas dos décadas, y la economía circular que ayuda -por ejemplo- a regenerar los suelos de forma masiva en todo el país estaremos mucho mejor preparados para enfrentar ese estrés hídrico que, según los científicos, solamente se va a intensificar en los próximos años”.


Al año 2017 la productividad material de Chile era de US$0,56 por cada kilogramo de material utilizado, lo que representa un aumento de un 22% respecto de 1997. Chile es el país con menor productividad material de la OCDE, donde el promedio del bloque para 2017 fue de US$2,88 por kilogramo de material. La idea es incrementarla en un 60%.


Mejoras normativas para acelerar la transición

¿Cómo se alcanzaran estos objetivos? Para ello, el documento de Hoja de Ruta que se presentará el próximo 21 de diciembre propone 32 iniciativas concretas repartidas en cuatro líneas de acción: regulación circular, innovación circular, cultura circular y territorios circulares, con escenarios de implementación de corto, mediano y largo plazo. Y estas contienen, a su vez, 84 acciones específicas identificando a quienes se han comprometido a impulsarla, así como a otros actores claves paras su realización.

En materia de regulación circular, se plantea que uno de los aspectos más críticos que se requiere abordar para acelerar la transición es la actual estructura de costos de sistema de gestión de residuos del país, donde frente a un precio de disposición de residuos en un relleno sanitario que alcanza apenas a $10 mil por tonelada es difícil incentivar una reducción de los volúmenes que allí se depositan.

“Mientras el principio de ‘el que contamina paga’ no logre expresarse con equilibrio en todas las áreas de la regulación, será difícil exigir a las empresas que adopten prácticas de producción más circulares, y será difícil exigir a la población -que hoy no está acostumbrada a pagar por el servicio de aseo, como sí se paga en otros países- que se esfuerce por reducir el impacto ambiental de su consumo”, plantea el documento.

En esta línea, la Hoja de Ruta propone medidas como elaborar normativa que facilite las aplicaciones de economía circular, así como actualizar el marco regulatorio de la gestión de residuos para facilitar su valorización, y el estándar de disposición final, así como reglamentaciones que favorezcan la transición a la economía circular.

Entre ellas, elaborar una reglamentación que habilite la trazabilidad de materiales para la economía circular, prohibir -gradualmente- el envío a relleno sanitario de residuos orgánicos como poda de jardines y arbolado urbano, dotar a los municipios de herramientas jurídicas que les permitan esteblecer la obligación de separar en origen, incorporar en la normativa de construcciones -residencial y pública- estándares mínimos de dotación de infraestructura para separación y almacenamiento de residuos, y establecer una regulación para el aumento de la durabilidad de los productos, entre otros.

Junto con ello, en materia de “tributación para al economía circular”, se propone evaluar el establecimiento de un impuesto a la disposición en relleno sanitario, de incentivos tributarios -como la excención del IVA- a actividades circulares como la reperación de productos, venta de productos a granel y agricultura ecológica; e incentivos tributarios al uso de materiales secundarios que reemplacen materia prima virgen.

Sobre esto último, Guillermo González señala que “es algo que se está empezando a implementar a nivel internacional, y para nosotros es fundamental evaluar seriamente ese tipo de medidas que permiten nivelar la cancha entre lo reciclado y las materias primas vírgenes, cuando nosotros lo que queremos es justamente promover el uso de lo primero”.

Y en cuanto a incrementar el costo de envío de residuos a relleno sanitario, afirma que “sabemos que hoy es complejo, en la situación económica actual del país y también mundial. Pero esta es una estrategia a 20 años. Estamos convencidos de la necesidad de poner este tema sobre la mesa ahora (…) Ahí una dimensión tiene que ver con evaluar seriamente si es un impuesto o es un cargo, pero necesitamos evaluar una forma que permita que llevar los residuos a un relleno sanitario tenga un costo que capture todas las externalidades reales, todos los problemas que eso genera, para gatillar todas las otras formas de aprovechamiento de los residuos”.


Mientras en Chile la generación de per cápita de residuos aumentó un 49% entre 2000 y 2018, el bloque de la OCDE disminuyó 6% en el mismo período, con casos notables: España disminuyó su generación de residuos en un 27%, mientras Japón lo hizo en un 22% y Holanda 14%.


Innovación, cultura y territorios

Otro aspecto clave abordado en la hoja de ruta es la innovación para la economía circular, donde también se establecen una serie de medidas para impulsarla. Entre ellas, establecer un sistema de acreditación de empresas circulares, la promoción de modelos circulares, la creación de programas de proveedores locales y circulares en sectores que generan tracción de demanda -las empresas de mayor tamaño-, el financiamiento para escalar soluciones circulares, el fomento a la simbiosis industrial, al I+D y a las compras públicas circulares, entre otros.

“Hoy existen una gran cantidad de iniciativas y acciones orientadas fundamentalmente a escalar esto, a abrir los caminos del financiamiento para este tipo de proyectos, porque vemos un gran nivel de actividad, muchos proyectos de innovadores y emprendedores que han ido desarrollando una gran cantidad de iniciativas, pero la gran mayoría de ellas todavía son muy pequeñas. Necesitamos escalarlas, que esto sea parte de los grandes jugadores de las principales industrias, y que las grandes empresas también se abran de lleno a la circularidad. Algunas lo están haciendo, pero se tiene que masificar. En los 20 años esto tiene que ser lo común”, dice Guillermo González.

En cuanto a la “cultura circular”, las medidas propuestas apuntan a lograr patrones de uso y consumo más circulares. “Lograr que la ciudadanía prefiera productos de menor impacto ambiental, considerando todos los impactos a lo largo del ciclo de vida, depende -críticamente- de la disponibilidad de información transparente que permita tomar decisiones de consumo conscientes y bien informadas”, señala el documento.

Por ello, junto con apuntar a incorporar la economía circular en la educación escolar y en la educación superior -técnica y universitaria- para incrementar el capital humano en esta materia, se propone la creación de instrumentos como un sistema nacional de ecoetiquetado y de una etiqueta que informe la durabilidad de los productos. “Ese tipo de información es parte fundamental de generar los incentivos correctos aguas arriba, hacia el ecodiseño, y que también permiten a la ciudadanía generar este cambio cultural desde ya, y no tengamos que esperar solamente a que crezcan los que hoy son jóvenes”, explica González.

Finalmente, en materia de territorios circulares, se apunta a cerrar las brechas existentes entre la Región Metropolitana y las regiones para que la economía circular se expanda a todo el territorio para aprovechar las oportunidades que entrega. Y se plantea, también, como un mecanismo para la reactivación de los territorios tras la sucesión de crisis económica, social y sanitaria del último año. Esto canalizando fondos de reactivación económica y fomento productivo hacia proyectos de economía circular regionales con alto potencial de generación de empleos.

“En la medida que podamos tener cadenas más cortas, por ejemplo, en el sentido de que no todo es reciclaje y podemos reparar o remanufacturar en la misma región, eso es mucho más beneficioso porque además fortalecemos las economías locales. Tenemos todo un desafío y grandes oportunidades también por delante, y la dimensión territorial es clave porque la economía circular ocurre en los territorios; si no, no ocurre”, dice Guillermo González.



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